En la actual república Checa, en la zona de Moravia, conocida como el Karst Moravo, cerca de la ciudad de Brno, se encuentras una cueva conocida como “la cueva de la Roca del Toro”, en torno a la cual circula una leyenda, desde la antigüedad, de que la cueva estuvo consagrada a un dios Sol pagano.
Cuando empezó a propagarse por Moravia el cristianismo, en el valle donde está situada la cueva, comenzaron a recibir el bautismo muchos paganos. Svantovít ó Svarozhich, una deidad solar que representaba el fuego en la tierra, comparado con el Sol, y el resto de los dioses, se habrían enojado al comprobar que los pobladores de la zona habían dejado de venerarlos, talado los viejos bosques sagrados y dejado de ofrecerles los sacrificios debidos, por lo que todas las divinidades habrían decidido tomar venganza de los habitantes de la zona.
Cerca de allí, en un cercano pueblo, fue edificada una iglesia y en su interior fue instalada una imagen milagrosa de la Virgen. Al santuario acudían muchísimos peregrinos para adorar a la Madre de Dios e invocar su auxilio milagroso.
En una ocasión, una procesión de peregrinos caminaba por las cercanías de la cueva y dándose cuenta de que no llegarían a su destino antes del anochecer decidieron pasar la noche en la cueva de la Roca del Toro.
Entraron todos en la cueva pero ninguno de ellos volvió a salir de su interior, tal vez porque se extraviaron en el laberinto subterráneo, o por algún suceso misterioso. Este hecho dio lugar a que se acrecentara la leyenda, argumentando que la misteriosa desaparición fue la venganza de Svantovít y el resto de los dioses paganos.
Se dice, además, que de vez en cuando se oyen, en el interior de la cueva, gemidos y llantos que salen de las entrañas de la tierra y se vislumbra una misteriosa luz.
Otros afirman que han visto un terrorífico cortejo de esqueletos que, al anochecer, salen de la cueva cruzando el cercano prado y después vuelve a desaparecer en la oscuridad de la Roca del Toro.
Otra leyenda, registrada en el siglo XVII, narra que de la cueva salía un misterioso cortejo fúnebre, encabezado por un toro ígneo. Parece ser que esta leyenda dio el nombre a la cueva de la Roca del Toro.
En el siglo XIX fue hallada en la cueva, casualmente, una estatuilla de toro, cuya antigüedad, se cree, se remonta a la Edad de Hierro.
Cuando empezó a propagarse por Moravia el cristianismo, en el valle donde está situada la cueva, comenzaron a recibir el bautismo muchos paganos. Svantovít ó Svarozhich, una deidad solar que representaba el fuego en la tierra, comparado con el Sol, y el resto de los dioses, se habrían enojado al comprobar que los pobladores de la zona habían dejado de venerarlos, talado los viejos bosques sagrados y dejado de ofrecerles los sacrificios debidos, por lo que todas las divinidades habrían decidido tomar venganza de los habitantes de la zona.
Cerca de allí, en un cercano pueblo, fue edificada una iglesia y en su interior fue instalada una imagen milagrosa de la Virgen. Al santuario acudían muchísimos peregrinos para adorar a la Madre de Dios e invocar su auxilio milagroso.
En una ocasión, una procesión de peregrinos caminaba por las cercanías de la cueva y dándose cuenta de que no llegarían a su destino antes del anochecer decidieron pasar la noche en la cueva de la Roca del Toro.
Entraron todos en la cueva pero ninguno de ellos volvió a salir de su interior, tal vez porque se extraviaron en el laberinto subterráneo, o por algún suceso misterioso. Este hecho dio lugar a que se acrecentara la leyenda, argumentando que la misteriosa desaparición fue la venganza de Svantovít y el resto de los dioses paganos.
Se dice, además, que de vez en cuando se oyen, en el interior de la cueva, gemidos y llantos que salen de las entrañas de la tierra y se vislumbra una misteriosa luz.
Otros afirman que han visto un terrorífico cortejo de esqueletos que, al anochecer, salen de la cueva cruzando el cercano prado y después vuelve a desaparecer en la oscuridad de la Roca del Toro.
Otra leyenda, registrada en el siglo XVII, narra que de la cueva salía un misterioso cortejo fúnebre, encabezado por un toro ígneo. Parece ser que esta leyenda dio el nombre a la cueva de la Roca del Toro.
En el siglo XIX fue hallada en la cueva, casualmente, una estatuilla de toro, cuya antigüedad, se cree, se remonta a la Edad de Hierro.
Plácido González Hermoso