miércoles, 19 de agosto de 2009

LA VIRGEN DEL TORO, Menorca (Leyendas taurinas)

     Algo muy común en España y que arranca desde la época medieval, son las leyendas del hallazgo de vírgenes encontradas por mediación o con la intervención de un toro. Todas ellas mantienen el denominador común de haber sido previamente escondidas o enterradas, ante la llegada y avance de las invasiones árabes, que asolaron nuestra Península a lo largo de las centurias que van desde la invasión árabe el 711 hasta 1492, fecha en que concluyó la Reconquista.
     A medida que las huestes castellanas o aragonesas avanzaban y conquistaban nuevas tierras a los sarracenos árabes, precedidas las victorias por el signo de la Cruz y quién sabe si bajo aquel lema célebre y mítico “In hoc signo vinces” (“Con éste signo vencerás”, frase revelada a Constantino, junto con el Crismón, la noche anterior a la batalla contra Majencio, el año 312 junto al puente Milvio, por el control de Roma), las cuales iban indefectiblemente aparejadas de los  acontecimientos milagrosos de la aparición o descubrimiento de vírgenes, siempre con la intervención del toro.
     Una de esas antiguas leyendas es la que relata el hallazgo de la Patrona de Menorca, la Virgen del Toro, que ejerce el Patronazgo de una de las dos Islas “Gimnesias”; nombre que los griegos dieron a las islas de Mallorca y Menorca, por ser el lugar donde reclutaban a los “honderos” para formar parte de sus tropas ligeras. Los fenicios las denominaron “Baleárides”, mientras que los romanos las bautizaron con el actual topónimo de “Baleares”.
  Los acontecimientos milagrosos de la leyenda se desarrollaron en una de las laderas de la mayor altura orográfica de esta isla, cuna de la “Cultura Talayótica”, concretamente en el monte Toro, de 357 metros de altura y situado en el centro geográfico de la isla, donde existe un santuario dedicado a la advocación de la “Virgen del Toro.
     Sobre la primitiva iglesia gótica, construida hacia el s.XIII, se levanta el actual santuario edificado hacia el año 1670 y gestionado actualmente por una comunidad de religiosas franciscanas de la Misericordia, que cuenta con hospedería y posada para jornadas de reflexión y plegaria, de diferentes grupos de Menorca.
     Según cuenta la leyenda, la imagen fue encontrada en el siglo XIII por un padre de la Orden de Santa María de la Merced (fundada por San Pedro Nolasco en Barcelona en 1218 para la redención de cautivos en países musulmanes). Estos monjes fueron acompañando al rey Alfonso III “El Liberal”, cuando conquistó la isla en el año 1287. En agradecimiento a los servicios prestados, el monarca les obsequió con dos posesiones, una en Ciutadella y otra a unos 3 Km. de Mercadal, el llamado Podio de Osterno, conocido hoy día como Llinàritx, donde los monjes construyeron un convento.
     Una noche, un anciano monje mercedario vio cómo se alzaba hacia el cielo una columna de luz resplandeciente, desde la cima del monte, repitiéndose el extraño fenómeno en noches sucesivas. Creyendo se trataba de una manifestación sobrenatural, decidió contárselo al prior del convento. A la noche siguiente, los monjes de la comunidad subieron en procesión hasta la cima del monte Toro. Pero la ascensión se hacía cada vez más penosa y difícil, a lo que había que añadir que tampoco sabían muy bien que camino seguir para llegar hasta la cima. De repente, mientras ascendían, les salió al encuentro un toro furioso que les cerró el paso, pero al ver el toro la “Cruz de Guía” procesional y los crucifijos que portaban los monjes, el toro se amansó y los guió monte arriba entre la densa maleza.
     Repentinamente se encontraron con unas enormes rocas que obstaculizaban la marcha de la expedición. La estupefacción y el asombro se apoderó de los monjes, al contemplar cómo el toro las embestía con su poderosa cornamenta destruyéndolas, quedando nuevamente el camino expedito. Desde entonces, este lugar es conocido como el “pas del bou” (el paso del toro). Cuando la comitiva consiguió, por fin, llegar a la cima, el insólito animal se inclinó ante la entrada de una cueva, de la que salía una luz resplandeciente y cegadora, y en ella encontraron la imagen de la Virgen con el niño Jesús en brazos.
     Transcurrido el tiempo de desconcierto primero y veneración posterior, los monjes trasladaron solemnemente la imagen a su convento, creyendo era el lugar más digno para venerar y dar culto a la prodigiosa virgen. Cuando, a la mañana siguiente, los monjes se disponían a adorar a la milagrosa “Virgen del Toro”, comprobaron estupefactos que había desaparecido la imagen del lugar donde la depositaron la noche anterior. La búsqueda se realizó en todos y cada uno de los rincones y alrededores del convento, incluidas las celdas de los mojes, ante la desconfianza de que alguno, llevado de un exceso de fervor mariano, se hubiese apropiado de ella y la hubiese ocultado.
     Tras escudriñar todos los posibles escondrijos y recovecos a lo largo del día, la búsqueda resultó totalmente infructuosa, hasta que al caer la noche volvieron a ver la milagrosa columna de luz resplandeciente que se elevaba desde lo alto del monte.
     Nuevamente volvieron a subir en procesión a lo alto del monte, donde, en la misma cueva, encontraron la imagen de la virgen. Ante este milagroso suceso los monjes comprendieron que era voluntad de la “Señora” morar en la cueva del monte Toro, por lo que levantaron, en dicho lugar, una capilla para rendirle culto y más tarde, construyeron un convento a donde se trasladó la orden de la Merced.
      Desde el milagroso acontecimiento del siglo XIII, el monte Toro es el centro espiritual de la isla y lugar de peregrinación para todos los menorquines, quienes suben anualmente en romería para venerar a su patrona, la“Santísima Virgen del Toro”, cuya festividad se celebra el 8 de mayo. En esta festividad, la Diócesis de Menorca celebra la fiesta de la “bendición de los vientos”, también llamada “bendición de los términos”.
      Desde la cima, del monte Toro, se puede observar una excelente panorámica de la casi totalidad de Menorca, incluso, en días claros, es posible ver también la silueta de la isla hermana de Mallorca.

Plácido González Hermoso.

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